Las tres caras del poder que no te enseñan en la escuela



Con el correr de los años y los desencantos he llegado a conocer un abanico vario pinto de políticos, cada cual con su excentricidades, estilos e inquietudes, o dicho en buen lunfardo, con sus respectivos mambos. Esta experiencia me ha ayudado a destilar una suerte de tipos ideales de los mismos, vinculados a sus formas de relacionarse con el poder, con sus aspiraciones y con los demás.
A la primera de estas caracterizaciones la pasare a llamar “El Magnate”. El mismo entiende a la política como el ámbito para desarrollar su vida profesional y patrimonial. Este personaje cuenta con habilidades nulas para incorporarse al mercado laboral privado, y suele traer una mochila de fracasos de índole profesional y académico, recurriendo a la política siempre como último recurso de supervivencia material. Uno siempre sabe que esperar de él, porque las cosas suelen estar claras, lo suyo siempre es una cuestión de plata.

El segundo fenotipo del político es aquel que me gusta llamar “El Vanidoso” el mismo se incorpora a la política desde su necesidad de ser venerado y reconocido por el otro. Habitualmente este comportamiento puede explicarse desde su baja autoestima y sus traumas de la infancia. Esta banalidad puede resultar en una gran debilidad desde la cual puede ser arriado y manipulado.

El tercer tipo es aquel del “Parafílico” tratándose esta de una especie de político que se relaciona con el poder desde un lugar profundamente sexual, donde el placer y la excitación ya no parten de un cuerpo desnudo y del erotismo común y silvestre, sino de la veneración y subyugamiento que él logra concitar en el otro. El mismo parte de una necesidad constante, genital, de dominar sexualmente, ósea políticamente. Por lo general esta forma de construir en política, suele dejar muchos a la espera de la oportunidad para devolverle el favor de humillarlo, una vez que su poder, como todo poder, comience a desaparecer.

Dicho esto me pregunto si no estaría bueno empezar a vivir la política desde otro lugar. Un lugar donde la misma se practique con alegría, felicidad de servir, y no de servirse, reconocimiento desde la labor cumplida y la trayectoria, y no desde el culto a la imagen, y sobre todo de la conducción política desde el liderazgo, y no desde el subyugamiento.


Gonzalo Sánchez Rey
@gonsanchezrey
Emprendedor Argentino promoviendo Iniciativas de #RSE, Desarrollo Sustentable y Participación Ciudadana.